| Publicaciones ANACLETO 
                    GONZÁLEZ FLORES RUMBO A LOS ALTARES  INTRODUCCIÓN  Por 
                    el Lic. Ismael Flores Hernández.   Anacleto 
                    González Flores fue un hombre, que como pocos, supo 
                    ceñir su pensamiento a sus obras, si se quiere definir 
                    con una sola palabra la personalidad de Anacleto, esta es 
                    INTEGRIDAD. La integridad del “Maistro Cleto” 
                    aparece en toda su existencia: en cada una de las palabras 
                    con que engarza toda su oratoria candente, en cada frase de 
                    su pluma punsante, y hasta el último momento de su 
                    vida, cuando frente al verdugo, repite las palabras del Mártir 
                    Ecuatoriano, don Gabriel García Moreno:¡¡Dios 
                    no muere!!
 El signo 
                    distintivo de la vida de Anacleto es el trabajo tanto corporal 
                    como intelectual; en el primero la ambición no va más 
                    allá de conseguir el necesario sustento, toda su vida 
                    está marcada por la fragilidad; y esto por una decisión 
                    muy propia de él, porque capacidad le sobraba para 
                    amasar una gran fortuna, ocasiones no le faltaron, en el gobierno 
                    le ofrecían plazas bien remuneradas pero siempre las 
                    rechazó, precisamente por su integridad porque es absolutamente 
                    inmoral actuar contrariamente a como se piensa; por lo demás, 
                    Anacleto llevó una vida netamente Franciscana:  “Siguiendo 
                    una línea de rectitud de pobreza, ingreso a la venerable 
                    Orden Tercera y siguió al pie de la letra todos los 
                    preceptos que legara el Seráfico de Asís: despreciando 
                    todo lujo y elegancia excesiva en el porte y vestido, observarán 
                    la moderación que a cada cual corresponde...” 
                      A propósito 
                    reconocimiento oficial de su martirio, por parte de la Jerarquía 
                    Católica. y en vísperas de ser beatificado, 
                    el actual Siervo de Dios, quien encabeza un grupo de ocho 
                    mártires Jaliscienses, el Centro de Estudios Cristeros 
                    pública esta serie de artículos biográficos 
                    sobre el Maestro Anacleto González Flores, con la intención 
                    de aclarar ciertos errores históricos y de apreciación 
                    sobre la personalidad del prócer tepatitlense, que 
                    han aparecido en diversos medios de comunicación (libros 
                    y periódicos).  El Centro 
                    de Estudios Cristeros Anacleto González Flores de la 
                    Universidad Autónoma de Guadalajara, se han trazado 
                    la misión de difundir la historia de la Cristiada y 
                    en especial la vida y obra del “Maistro Cleto”. 
                     Para mayor 
                    información comunicarse a: www.uag.mx/cristeros. 
                     
 PARTE 
                    I  Por 
                    el Lic. Ismael Flores Hernández Centros de Estudios Cristeros.
 Nacimiento, 
                    infancia y adolescencia.   Anacleto 
                    González Flores nació el 13 de julio de 1888, 
                    su pueblo natal fue Tepatitlan de Morelos, que se encuentra 
                    enclavado en el corazón de los Altos de Jalisco; sus 
                    padres fueron don Valentín González Sánchez 
                    de oficio tejedor y doña María Flores Navarro; 
                    un día después de haber nacido su segundo vástago 
                    y siguiendo las costumbres de los buenos cristianos sus progenitores 
                    llevaron al niño a recibir las aguas bautismales, poniéndolo 
                    bajo el patrocinio de San Anacleto Papa y Mártir a 
                    quien imitó fielmente en el segundo de sus títulos.  A don 
                    Valentín le faltaba hacienda, pero le sobraba talento, 
                    así pues desde muy joven aprendió el oficio 
                    de tejedor, este trabajo era bastante socorrido en aquellos 
                    lugares de clima un tanto frío, y en donde abunda el 
                    ganado lanar; la gran mayoría de tejedores fabricaba 
                    cobijas, don Valentín, prefirió dedicarse a 
                    tejer rebozos, prenda de vestir que la mujer mexicana, especialmente 
                    la provinciana, usó hasta bien entrado el siglo XX. 
                     El mercado 
                    para la venta de esta mercancía estuvo en Tepatitlan 
                    y pueblos aledaños: Capilla de Guadalupe, Valle de 
                    Guadalupe, Pegueros, Acatíc y San Juan de los Lagos. 
                    José Albero Casillas, biógrafo del Lic. Anacleto, 
                    nos dejó la siguiente semblanza del padre del Maistro 
                    Cleto: “Era don Valentín González un alteño 
                    de nobles virtudes; honrado, serio, trabajador y buen cristiano... 
                    su taller poseía todo las características de 
                    la industria mexicana: fue jefe, obrero y distribuidor”
 En el 
                    oficio de vendedor ambulante de rebozos, Anacleto empezó 
                    a entrenar sus dotes para convencer y persuadir pues necesariamente 
                    debía presentar las bondades del producto, para que 
                    su clientela se interesara por el; después debía 
                    de convencer a otras gentes, no de un producto cualquiera, 
                    sino de la verdad, y la necesidad de defender su religión. 
                     En la 
                    infancia de Anacleto se destaca su recio carácter y 
                    su bondad:”Era arisco y rebelde pero de corazón 
                    noble, no sufría que un niño de mayor edad golpease 
                    a otro más pequeño” su liderazgo era grande 
                    entre los muchachos -aún mayores que él-, un 
                    día fundó la llamada Falange de la Patria; no 
                    importaba su porte un tanto desgarbado, sus órdenes 
                    eran obedecidas al pie de la letra. Desde entonces la lucha 
                    le entusiasmaba, después sólo cambio de táctica. 
                     Anacleto 
                    llegó a pertenecer a la banda de música del 
                    pueblo, esto ya indica una cualidad importante en el muchacho, 
                    su carácter era alegre, y puesto que tocaba un instrumento 
                    tenía que estar acorde con los demás, lo cual 
                    también indica su capacidad para trabajar en grupo. 
                    La banda tocaba por las noches en el Kiosco de la Plaza principal, 
                    los barandales, de este le servían al futuro Maistro 
                    Cleto, como balcón desde donde chuleaba a las pollas 
                    como el mismo lo dice: como todos los muchachos de su edad 
                    Anacleto gustaba de reunirse con sus amigos para llevarle 
                    serenata a las guapas muchachas alteñas.  En estas 
                    pinceladas iniciales de su existencia ya se barruntaba el 
                    futuro líder. Anacleto González Flores, compartió 
                    con su padre la responsabilidad de una familia numerosa, el 
                    trabajo de un pequeño taller del cual dependía 
                    la subsistencia familiar. En esta etapa el ejemplo del padre 
                    fue de gran importancia para el hijo, pues don Valentín 
                    con su iniciativa saca adelante a su familia, sin que ninguno 
                    de ellos llegase a adquirir algún vicio, antes bien 
                    como más adelante se vera, dos de ellos alcanzaron 
                    la gloria del martirio.  Ya 
                    cumplidos los diecisiete años, se presentará 
                    en la vida de Anacleto un acontecimiento aparentemente de 
                    poca importancia pero que será definitivo en su existencia. 
                     
  
                    PARTE II: EL CONVERSO  Recapitulación: 
                     En el 
                    numero anterior vimos como Anacleto está dedicado al 
                    trabajo en el taller de su padre y también saliendo 
                    a diversos lugares para ofrecer los rebozos manufacturados 
                    en la pequeña industria familiar. Asimismo descubrimos 
                    que la vida de aquel muchacho alteño no era del todo 
                    monótona; las responsabilidades en su rol como trabajador, 
                    eran alternadas con las alegrías que encontraba en 
                    el estudio, y en el esparcimiento espiritual que le proporcionaba 
                    de música; las serenatas informales, más su 
                    participación en la serenata que los domingos y días 
                    festivos ofrecía la banda musical de Tepa en el kiosco. 
                    En aquel lugar Anacleto se presentaba puntualmente con su 
                    instrumento musical, vistiendo el uniforme que los distinguía 
                    como miembros del grupo musical, con que además le 
                    daba derecho a ocupar una silla en aquel pódium.  Un día 
                    domingo del año 1905, en vísperas del tiempo 
                    cuaresmal, Anacleto como buen cristiano asistía al 
                    templo de San Francisco a cumplir con el precepto dominical, 
                    cuando escucho en los avisos finales, que la próxima 
                    semana un grupo de misioneros procedentes de Guadalajara impartirían 
                    unas pláticas cuaresmales especialmente para obreros 
                    y campesinos; Anacleto no lo pensó mucho fue a la Sacristía 
                    se anotó y el siguiente domingo asistió bien 
                    valía la pena faltar un día la serenata, con 
                    tal de utilizar el tiempo en las cosas de Dios: “Buscad 
                    primero el reino de Dios y su justicia y lo demás se 
                    os dará por añadidura”. (Mat.VI-33), se 
                    había dicho en la invitación de la semana anterior. 
                     Según 
                    la vida que de ahí en adelante llevó Anacleto, 
                    la palabra de los misioneros no fue estéril en él; 
                    la semilla dejó fruto y transformó profundamente 
                    la personalidad del muchacho, que hasta entonces no tenía 
                    otros horizontes más allá de la venta de rebozos 
                    y la música.  Sería 
                    erróneo pensar que con este cambio Anacleto se convirtió 
                    en un joven retraído, ¡No! La alegría 
                    siempre fue una característica del maistro Cleto; el 
                    cambio consistió en que adquirió la plena conciencia 
                    del sentido de la vida, el cual se encuentra resumido en esta 
                    frase: “Amar y servir a Dios en esta vida par después 
                    verlo y gozarlo en la otra”. Además un Santo 
                    triste es un triste Santo.  Si en 
                    la etapa anterior Anacleto nos dio ejemplo de entrega a las 
                    actividades cotidianas, en esta se nos mostrará como 
                    el arquetipo del católico prácticamente de las 
                    obras de Misericordia,() tanto espirituales como corporales: 
                     Visitar 
                    a los enfermos.- Esta que es la sexta de las corporales fue 
                    una de las primeras que distinguió la mera vida del 
                    ejercitante:  “La 
                    asistencia a los necesitados, a los enfermos y a los moribundos, 
                    tuvo elocuentes matices. Acudía todas las noches a 
                    casa de una vieja paralítica a arrodillarse a saludo, 
                    al fulgor de mortecina lámpara, a acompañarla 
                    a rezar el Ángelus...”  El rezo 
                    diario del rosario, así como la confesión y 
                    comunión frecuentemente, desde entonces hasta su muerte, 
                    distinguiera al Maistro Cleto; siguió la senda del 
                    católico práctico, evitando la actitud pasiva 
                    de aquel fariseo que se contentaba con cumplir la ley, pero 
                    estaba ayuno de caridad .  Definitivamente 
                    las tres primeras obras de Misericordia Espirituales se prenderán 
                    del alma de quien por eso mismo será llamado El Maestro; 
                    al principio fue como un juego piadoso: leer una parte del 
                    catecismo de Ribalda, preparar una plática e impartirla 
                    a los niños del barrio; de ahí el apodo surgido 
                    de la inocente boca de los pequeños , quienes al ser 
                    convocados por los tintinés de la campana, acudían 
                    presurosos a escuchar: “unas palabras rete bonitas que 
                    nos dice el MAISTRO CLETO”.  Con lo 
                    antes dicho podemos concluir diciendo que este fue el nacimiento 
                    de Anacleto a una vida plenamente intelectual, de la cual 
                    hablaremos próximamente. 
                     
 PARTE 
                    III: VOCACIÓN INTELECTUAL  La vida 
                    de estreches económica en la cual vivió Anacleto, 
                    le ayudó un tanto para seguir la vocación de 
                    intelectual en la que hizo progreso notables; no se debe entender 
                    con esto la necesidad de tales condiciones para llegar a desarrollar 
                    esta vocación, pero citando a Santinllanges podemos 
                    decir: “... que a la vida intelectual hay que ir con miras 
                    desinteresadas, no por ambición ni vanagloria”.
 La curiosidad, 
                    aquel deseo incontenible del intelecto por conocer, en el 
                    maistro Cleto fue una pasión, un deseo vehemente, que 
                    se manifestó en el gusto por la lectura:  “Su 
                    apetito intelectual escaló el primer peldaño 
                    con un libro revelador... Estudios Filosóficos sobre 
                    el Cristianismo de Augusto Nicolás. De ahí su 
                    pasión por la lectura fue en creciente...aún 
                    por las noches seguía leyendo a la mortecina luz de 
                    la mecha de petróleo”.  De haber 
                    permanecido en Tepatitlán, Anacleto pudo haber sido 
                    un intelectual autodidacta como muchos, sin que tal situación 
                    fuese un impedimento para ser quien fue, no obstante hubo 
                    quien se fijara en aquel muchacho debido a su gusto, poco 
                    usual en la provincia, por los libros y la enseñanza. 
                    Fue precisamente un sacerdote quien como apóstol, descubrió 
                    a otro apóstol; el Canónigo Cuellar pensó 
                    que Anacleto merecía estar en un lugar propicio para 
                    el desarrollo de sus capacidades, así pues decidió 
                    enviarlo al Seminario de San Juan de los Lagos, un oasis de 
                    cultura en el anodino panorama provinciano de Jalisco.  En Septiembre 
                    de 1908 Anacleto llegó a postrarse a las plantas de 
                    la Sanjuanica, y bajo el amparo de la Celestial Patrona, iniciar 
                    los estudios preparatorios. En el Seminario San juanense, 
                    y a lo largo de ocho años (1908-1913), más que 
                    una gran cultura, Anacleto aprendió la disciplina del 
                    estudio metódico y las materias básicas para 
                    el desarrollo de sus dotes como orador, escritor y maestro. 
                    La Lógica, la Filosofía, el Derecho Romano, 
                    el Latín la Historia Universal y otras asignaturas 
                    que cursó y aprobó con calificaciones excelentes, 
                    no nos permiten dudar de la vocación intelectual del 
                    maistro Cleto: “El 
                    estudio de una vocación intelectual representa, además 
                    del inmenso interés de realizarse uno mismo en su plenitud, 
                    un interés general del que nadie puede substraerse”. 
                     En el 
                    siguiente capítulo vamos a seguir considerando al intelectual, 
                    pero descubriendo su proyección hacia el campo social 
                    y político de México. 
                     
 PARTE 
                    IV: EL INTELECTUAL  Los estudios 
                    preparatorios que Anacleto realizó en aquel oasis cultural 
                    que se encuentra bajo la protección de María 
                    Reina de San Juan de los Lagos, le sirvieron como una base 
                    para lanzarse a las alturas del intelecto; consagrando su 
                    vida a la difusión y defensa de la verdad: “Sois un consagrado: quered lo que quiere la verdad; 
                    consentid, por ella, en movilizarnos, en organizaros... en 
                    apoyaros en la experiencia de los demás”.
  Evidentemente 
                    las anteriores palabras no fueron escritas para Anacleto González 
                    Flores, pero aún sin conocerlas las llevo a la práctica 
                    puntualmente. Una de las primeras materias que dominó 
                    fue el Latín y la Historia Universal, de ahí 
                    que sus profesores le dejaron de exponer alguna clase, con 
                    lo cual se refrendó en las aulas del seminario, le 
                    pusieron los niños a quienes impartía el catecismo: 
                    el mistro Cleto, este siempre lo llevo como muestra de confianza 
                    y cariño, porque a partir de entonces sería 
                    El Maestro Anacleto.   “Permitió 
                    su arraigo en e l estudio pasar gallardamente con lo más 
                    alta calificación... Los más grandes elogios 
                    son prodigados por que fuera en aquel tiempo el rector, Ilmo. 
                    Monseñor Chantre de la Catedral y Vicario General de 
                    la Arquidiócesis, don Alejandro Navarro...”  1911 años 
                    de cambio muy drástico en el panorama político 
                    nacional, encuentra otro vendedor de rebozos, en el tercero 
                    de su ingreso al seminario de San Juan; Anacleto realiza las 
                    actividades propias de un alumno en el cumplimiento de sus 
                    deberes. Es lógico que un estudiante debe estudiar, 
                    Cleto no deja nada que desear al respecto, como a continuación 
                    veremos Anacleto no vive encerrado en el mundo de las ideas; 
                    sabe de la grave situación por lo que pasa el País, 
                    asta conciente que como católico y como mexicano tal 
                    situación le compete, y aun más posee el firme 
                    convencimiento de que debe realizar una misión, nos 
                    va a demostrar que es un consagrado. Hasta el movimiento ha 
                    recibido grandes favores de la Providencia, de alguna forma 
                    corresponderá a ellos: “... la misión del intelectual católico... 
                    se trata de una función iluminatoria, esclavizadora. 
                    parece propia de la inteligencia iluminar allí donde 
                    imperan las tinieblas... En el fondo no es otra cosa que una 
                    partición en la tarea iluminante de aquel que dijo: 
                    “Yo soy la luz...) He venido a traer la luz al mundo”.
 Con anticipación Don Porfirio había manifestado 
                    su beneplácito par el surgimiento de partidos políticos, 
                    surgieron varios todos dirigidos por personas formadas en 
                    la escuela Positivista y laica del porfirismo, no se podía 
                    esperar nada bueno de tales asociaciones; los católicos 
                    debían actuar “... los católicos mexicanos; 
                    nos levantaremos emparando la bandera que lleve inscrita una 
                    palabra de vida, la palabra Justicia, que sintetiza todo el 
                    programa que hemos denominado Unión Política-Social 
                    de los Católicos Mexicanos...
 Sobre 
                    esta base el día 03 de mayo de 1911, se fundo el Partido 
                    católico Nacional. En las Elecciones de 1911 el Partido 
                    Católico logró la entrada al Congreso de 4 senadores 
                    y 29 diputados locales y 4 gobernadores. En Jalisco triunfaron 
                    todos los candidatos del Partido Católico, fue entonces 
                    que la legislatura Católica inició leyes tan 
                    importantes como: El Patriotismo Familiar, La Representación 
                    aún proporcional.  El Municipio 
                    Libre y las Uniones Profesionales.  Anacleto 
                    González Flores en las vocaciones de fin de curso se 
                    dedicaba a promover en Tepa y pueblos circunvecinos el Partido 
                    Católico nacional, tanto así que en 1913 en 
                    la Conmemoración que el Partido realizó en Guadalajara, 
                    asistió a la misma como Delegado de los Altos de Jalisco. 
                     Precisamente 
                    el año 1913 es crucial en la vida de Anacleto; después 
                    de un a estancia de cinco años, ya esta suficientemente 
                    preparada para iniciar una carrera profesional. Par lograr 
                    su objetivo de estudiar la carrera d e Leyes, declinó 
                    la oferta que se le hizo en el Seminario, pues sus altas notas 
                    lo hicieron merecedor de ir a Roma en donde continuaría 
                    los estudios que tan brillantemente había iniciado 
                    en el Seminario son juntamente.  El futuro 
                    líder católico, abandona la provincia y se dirige 
                    resueltamente a la capital del Estado en donde se desarrollan 
                    los episodios más sobresalientes de su vida. 
                     
 PARTE 
                    V EN GUADALAJARA
 Luego 
                    de haber concluido los importantes estudios preparatorios 
                    , equivalentes a la secundaria y al bachillerato actuales, 
                    Anacleto se despide efusivamente de sus maestros y de sus 
                    compañeros, e inicia un viaje sin retorno a Guadalajara, 
                    la capital Jalisciense, que será el teatro en donde 
                    desarrollará todas sus capacidades como organizador, 
                    orador y periodista; en dos palabras como líder católico. 
                     Es en 
                    el mes, popularmente conocido como de la Patria, del año 
                    1913, Anacleto desciende en el Jardín de San Francisco, 
                    de una vieja troca que por unos cuantos centavos, llevaba 
                    a las personas de la provincia por entre polvorientos caminos 
                    y los dejaba en el centro de la ciudad. EL Maistro Cleto no 
                    venía sólo; le acompañaban cinco o seis 
                    muchachos alteños de su edad, entre ellos, su inseparable 
                    amigo Miguel Gómez Loza, “el Chinaco”. 
                     La Revolución 
                    estaba en todo su apogeo y ya se avecinaba el agudizamiento 
                    de la persecución religiosa por los constitucionalista. 
                     Un acontecimiento, 
                    que demuestra positivamente el liderazgo de Anacleto es la 
                    formación casi espontánea de la Gironda, este 
                    grupo fue conformado por los amigos que le seguirán 
                    en su travesía, con la intención de cursar una 
                    carrera profesional; como ya se dijo todos se instalan en 
                    una casa de asistencia, regenteada por una anciana llamada 
                    Jerónima, de ahí el nombre de la Gironda; y 
                    de acuerdo con los cánones del liderazgo los cuales 
                    dicen que: el líder no es nombrado por nadie, pues 
                    su liderazgo depende de la aceptación de sus agremiados; 
                    no por mayoría de votos, sino por reconocimiento tácito, 
                    el Maistro Cleto quedo como líder de aquel grupo.  En cuanto 
                    al panorama político de México, el Presidente 
                    Francisco I. Madero, que había tomado posesión 
                    de su cargo el 6 de noviembre de 1911, pronto se vio asediado 
                    por los revolucionarios del sur: Zapata (Plan de Ayala 28 
                    de noviembre de 1921), y por los del norte, Orozco -hijo- 
                    (Chihuahua 25 de marzo de 1912)  En febrero 
                    de 1913 el Gral Huerta dio un golpe de mano y se apoderó 
                    de la Presidencia de la República. De todos estos acontecimientos, 
                    para el desarrollo de nuestro tema queremos rescatar el siguiente: 
                    Venustiano Carranza, gobernador de Coahuila, tenía 
                    serias dificultades con el Presidente Madero, es más 
                    estuvo a punto de levantarse contra él, pero el cuartelazos 
                    de 1913 le acomodó muy bien y Carranza:
 “.... irguiese como vengador de Madero y portaestandarte 
                    de la democracia Nacional, y lanzó el 27 de mayo de 
                    1913, desde suelo coahuilense, su llamado Plan de Guadalupe...”
 Pero Carranza 
                    quería dejar bien claro cual era su intención 
                    al entrar en la Revolución, pero eso los constitucionalistas 
                    en el pacto de Torreón (8 de julio de 1914), se comprometieron 
                    a: “...corregir, castigar y exigir las debidas responsabilidades 
                    a los miembros del Clero Católico que material o intelectualmente 
                    hayan apoyado al usurpador Victoriano Huerta”  Aunque 
                    sin argumentos, la proposición de los Carrancistas 
                    era inapelable e irrevocable, y no se quedo tan sólo 
                    en el papel, los constitucionalistas la llevaron hasta sus 
                    últimas consecuencias: “La persecución fue una especie de orgía 
                    revolucionaria contra todo lo que era disciplina y ley moral. 
                    Se quemaron los confesionarios y las imágenes sagradas; 
                    las religiosas fueron violadas”.
 Mientras 
                    todo esto sucedía Anacleto iniciaba sus estudios profesionales 
                    en la Escuela la Libre de Derecho, en donde, a la par de diversas 
                    dificultades, obtendría también importantes 
                    triunfos.
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