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María
Luisa Vargas González
Noventa años en el Refugio de Guadalajara
LA
FAMILIA VARGAS GONZÁLEZ
No cabe
duda que los señores Vargas González, poseían
la virtud de la prodigalidad, pues sin regateos de ningún
tipo, procrearon más de una docena de almas, educándolas
en el santo temor de Dios, e infundiéndoles durante
toda su vida el deseo de amarle y servirle, para después
verle y gozarle en la eternidad.
Pero a
Dios nadie le gana en generosidad, y siempre regresa el ciento
por uno; a todos aquellos que generosamente ponen a su disposición,
los dones que Él mismo les ha otorgado para conseguir
su salvación eterna, Así pues, el premio que
por su generosidad recibieron aún en vida, el señor
Antonio Vargas y la señora Elvira González,
fueron varios: 1º El honor de haber hospedado en su casa
al Lic. Anacleto González Flores, jefe de la resistencia
pacífica contra la persecución religiosa; y
después de la resistencia armada -esta última
en los inicios. 2º Que dos de sus hijos ganaran la gloria
eterna por medio del martirio. 3º que la más pequeña
de sus hijas fuese testigo de los acontecimientos de aquel
primero de abril quien después, también por
permisión Divina, participaría activamente en
las luchas contra la implantación de la educación
socialista en Jalisco; y 4º Que María Luisa Vargas
Gonzáles aún viviera para conocer el reconocimiento
de la Iglesia Católica, de los martirios del maestro
Anacleto González Flores y de sus hermanos Jorge y
Ramón Vargas González.
Familia
Vargas González
*Las persecuciones del Carrancismo y del Callismo
1914
es un año crucial en la historia de la persecución
religiosa en Jalisco, y los hechos que en él se verificaron,
están relacionados íntimamente con la vida de
nuestro personaje:
8 de julio de 1914.- Entrada a Guadalajara del Gral. Álvaro
Obregón, al mando del ejército constitucionalistas;
a partir de esta fecha las vejaciones en contra de la Iglesia
Católica fueron una constante en la capital Tapatía,
éstas continuaron con igual o mayor furor al quedar
como Gobernador del Estado, el Gral. Manuel Macario Diéguez,
de la facción Carrancista, furibundo jacobino que esquilmó
al clero con préstamos forzosos y destruyó el
Centro Histórico de la ciudad. (y todavía se
atrevieron a ponerle a una calle la denominación de
aquella fatídica fecha)
13
de julio de 1914.- Nace en Ahualulco María
Luisa Vargas González.
Apenas ve la primera luz la pequeña María, cuando
ya se cierne sobre México la sombra de una terrible
persecución contra la Iglesia; desde entonces la criatura
sufrirá los efectos de la intolerancia religiosa. En
tales circunstancias no fue fácil que sus padres lograsen
bautizarla, los sacerdotes eran perseguidos, el pueblo católico
sufría por no tener a la mano a los dispensadores de
los divinos Sacramentos.
Del
1º de julio de 1914 al 1º de abril de 1916,
Diéguez publico varios decretos relativos al ramo de
la Educación Pública; en el decreto número
24 estableció al laicismo como base única de
la enseñanza, mandando además que las escuelas
particulares sólo podrían abrirse al público,
previa incorporación a las oficiales; es decir adoptando
los programas de estudios llevados por éstas últimas.
Para la niña María Luisa, de apenas dos años
de edad, no habría mucho problema; pues en aquellos
tiempos era normal -como debería serlo ahora-, que
las familias católicas diesen a sus hijos la primera
catequesis dentro del hogar. No obstante la revolución
todavía no estaba satisfecha, necesitaba tener la seguridad
de que sus principios trascenderían más allá;
así pues el 5 de febrero de 1917 plasmó sus
principios antirreligiosos en la Constitución de Querétaro,
principalmente en los artículos 3ro, 27, 127 y 130;
en los cuales resume su intolerancia contra el culto católico
y contra la enseñanza religiosa.
Teniendo como base los artículos arriba mencionados,
en junio de 1918, Diéguez, publicó el decreto
número 1913 (que después fue reemplazado con
algunas modificaciones por el 1927), en cual se mandaba la
reducción de sacerdotes y se restringía la celebración
del culto.
El pueblo católico manifestó inmediatamente
su rechazo a tales medidas; el Estado no tiene ningún
derecho sobre la voluntad de los mexicanos, porque esta demostrado
históricamente que la mayoría de este pueblo
siempre ha practicado el culto católico, dispensando
a sus sacerdotes cariño y respeto. Fue por esto que
los fieles salieron a la defensa de sus creencias, llenos
de indignación contra las autoridades civiles por tratar
de inmiscuirse en un campo completamente fuera de su jurisdicción
al pretender regular el culto, y por considerar a los sacerdotes
como un gremio mas de profesionistas a los cuales se les pueden
designar tiempos y lugares de trabajo, no según las
necesidades de la feligresía, sino de acuerdo con los
planes objetivos gubernamentales.
Así
fue como ante las incongruencias y atrevimientos del gobierno,
saltó a la palestra Anacleto González Flores,
joven alteño, que se manifestó en esta lucha
como un gran organizador e intelectual, y quien sin usar la
violencia, lideró a todo el pueblo católico;
hombres. Mujeres y niños -en especial a los jóvenes
de la ACJM-, enfrentándose a un poderoso enemigo, sin
más armas que la palabra, la pluma, la organización
y su inmensa Fe en Dios.
Después de haber hecho todo lo posible por lograr que
el gobierno entrase en razón, y ante la pertinacia
de Diéguez en sostener su decreto anticatólico,
Anacleto convocó al boicot, el cual entre otros puntos
contenía los siguientes:
*Abstenerse
de adquirir productos en tiendas propiedad de masones, o
que tuvieran alguna relación favorable con el gobierno.
*Hacer el uso mínimo necesario del transporte público
(tranvía), y de la energía eléctrica.
*Dejar de pasear por simple esparcimiento, y no asistir
a las funciones de cine.
*No comprar artículos de lujo, ni gastar en glotonerías
(dulces); en fin, la idea era que entrará la menor
cantidad de impuestos a las arcas del gobierno.
Convento
del Carmen mutilado por la piqueta revolucionaria.
|
En 1819
Manuel M. Diéguez presentó a la XXVI Legislatura,
su informe como gobernador del estado; al hablar de las destrucciones
de los templos y otros lugares propiedadf de la Iglesia, les
da el nombre de “Las mejoras materiales de la revolución
en Jalisco”, diciendo lo siguiente:
“La revolución pues, al implantar sus reformas
y al ejecutar obras materiales... ha hecho en pocos meses:
...demolición del atrio de la catedral..., demolición
del atrio de Mexicaltzingo..., demolición...”.
1
Para muchas
personas, que como María Luisa, vieron en su infancia
aquellas demoliciones, el término revolución
era lo mismo que decir robo y destrucción.
En adelante
Guadalajara siguió siendo presa de diversas camarillas
políticas, todas de tendencias liberales y socialistas.
El 1º de mayo de 1921 un grupo de socialistas autóctonos
tuvo la ocurrencia de festejar tal fecha, que para ellos es
el día del trabajo, con alguna acción vistosa
y que ofendiera a los católicos, así pues decidieron
enclavar en el asta bandera de la Catedral, la bandera rojinegra
símbolo de su ideología, ante tal evento, mientrs
los muchachos de la ACJM diseñaban un plan para deshacer
aquel entuerto, Miguel Gómez Loza sin pensarlo mucho,
se encaminó él sólo a la Catedral, y
llegando al caracol que conduce al techo de la misma, subió
rápidamente y llegando al lugar donde estaba la susodicha
bandera, le dio un fuerte tirón, aquella tela endeble
se rasgó quedando la mayor parte en poder del chinaco,
quien estrujando y haciendo más jirones de aquel trapo,
apenas la había desgarrado y lanzado al vacío,
aparecieron cinco o seis individuos que se habían quedado
resguardando -la antes bandera y ahora el hilacho rojinegro-,
consumado su objetivo, Miguel se dirigió hacia el caracol
para descender, pero después de una breve persecución,
y por la dificultad del descenso, los rojos alcanzaron al
bravo acejotaemero, y entre todos le propinaron una feroz
golpiza, dejándolo por muerto en la estación
del tranvía que daba el servicio Guadalajara-Zapopan
ubicada entonces en la esquina que hoy forman la Av. Hidalgo
y la Av. Alcalde.
Al año
siguiente los sucederían cosas peores. Antes de pasar
a la narración de otro acontecimiento de mayor importancia,
(26 de marzo de 1922), diremos que la hija menor de los Vargas
ya contaba con ocho años de edad, por tanto ya había
hecho su primera comunión y estaba obligada a cumplir
con el primer precepto de los mandamientos de la Santa Madre
Iglesia: “Oír misa entera los domingos y fiestas
de guardar” .En aquellos días lejos de ser seguros,
los templos eran los lugares en donde los católicos
corrían mayor peligro, todo a causa del odio que inspiraba
a los gobernantes el nombre católico.
Templo
de san Francisco, también mutilado por la revolución.
|
La Asonada
sangrienta del 26 de marzo de 1922. Los cabecillas de la llamada
Liga Inquilinaria, (Sindicato de Inquilos Revolucionarios),
organizaron de izquierda, realizó una manifestación
con el pretexto de que los propietarios redujeran la renta
a los inquilinos. Luego de vagar por varias partes del centro
de la ciudad haciendo destrozos en uno y otro lugar, la turba
socialista de dirigió al Jardín de San Francisco;
en el preciso momento en estos llegaban al lugar, iba saliendo
del templo un grupo de obreros, de la misa de acción
de gracias que ofrecían por haber realizado un retiro
espiritual; aquella turbamulta fue exasperada por los gritos
de su cabecilla principal, un tal Jenaro Laurito, quien montado
a caballo y con pistola en mano, disparó a mansalva
contra los pacíficos obreros, muriendo varios de ellos
en aquella trifulca, sin deberla ni temerla, tan sólo
por cumplir con los preceptos de su religión.
Transcurrida
una década de constante persecución, el pueblo
católico guiado por sus líderes no ha doblado
su frente ante las continuas vejaciones de la revolución;
corre el año 1924, María Luisa ya ha visto al
maestro de visita su casa, Anacleto en compañía
de otros jóvenes hace reuniones en el barrio del Refugio,
en la mayoría de estas se habla muy seriamente, en
otras campea la música de guitarra, las bromas y las
risas sanas; para entonces el hogar de los Vargas Gonzáles
es un nuevo centro de operaciones, desde donde el maestro
Anacleto dirigirá la lucha por la libertad de culto
y de enseñanza.
Manifestando su gran capacidad de previsión, Anacleto
funda a finales de 1924 la Unión Popular (La U.P. ),
es la asociación que corona su genio organizativo,
ya que por medio de ella y teniendo como centro a Guadalajara-,
dirigirá la lucha en Jalisco y estados aledaños:
Colima, Zacatecas, Guanajuato y Michoacán, es decir
en todo el occidente de México. En diciembre de 1924,
poco después de que la Unión Popular entra en
funciones, el Gral. Plutarco Elías Calles toma posesión
como Presidente de la República, en Jalisco desde marzo
de 1922, estaba como gobernador José Guadalupe Zuno
Hernández, un jacobino a ultranza
El 27
de julio de 1925, Zuno queriendo superar el jacobinismo de
Diéguez, ordena a la policía secreta proceda
a la clausura del Seminario Mayor y Menor; a punta de bayoneta
los seminaristas fueron obligados a desalojar el lugar en
un plazo perentorio de cinco minutos. En este capítulo
de intolerancia ultrajacobina, aquí aparece la Familia
Vargas González dando muestras de su rancia formación
católica, practicando las obras de misericordia de
corporales y también espirituales, auxiliando a los
jóvenes seminaristas que de un momento a otro se quedaban
sin comida y sin techo:2 ,
“... ya habíamos tenido en casa a varios sacerdotes
y a grupos pequeños de seminaristas...” 3
En 14
de junio de 1926 Calles expide la ley que lleva su nombre,
toda ella contra el culto y la enseñanza religiosa;
la ley fue dada el 3 de julio y entraría en vigor el
31 de ese mismo mes. Aparte de la declaración del Episcopado
Mexicano de suspender el culto antes que aceptar someterse
a dicha ley; Anacleto ya esta trabajando con la Unión
Popular en la ciudad de pueblos aledaños. El boicot
propuesto y organizado por el “Maistro Cleto”,
que en Guadalajara había sido de una efectividad contundente,
cuando se quiso aplicar a nivel nacional no dio el resultado
esperado, ante tal situación la Liga Defensora convoco
a la lucha armada, la cual iniciaría oficialmente el
1º de enero de 1927.
Tres meses exactamente habían transcurrido, cuando
agentes de la secreta, seguramente a causa de una delación,
dieron con el Refugio de Anacleto, aprehendiendo junto con
él a Jorge y Ramón, dos miembros de la familia
que generosamente dio posada al líder católico,
orador, escritor y excelente organizador: hoy Siervo de Dios
y próximamente Beato y Santo: Anacleto González
Flores, a quien cariñosamente sus discípulos
llamaban el “Maistro Cleto”
(Consúltese la primera conferencia de la Cátedra
Anacleto González Flores. Página del Centro
de Estudios Cristeros: Eventos)
En julio
de 1929 se firman los “arreglos”, en los cuales
quedaba establecida la terminación de las acciones
bélicas entre uno y otro bando. Pese a los mentados
“arreglos”, y sin mas argumento que el de tener
la sartén por el mango, los sucesivos gobiernos continuaron
con la misma política de antes de la cristiada, pero
en esta ocasión el conflicto se centró en la
educación, concretamente en el Artículo Tercero
Constitucional, un tema nada nuevo.
La lucha
contra la educación socialista en Jalisco
En 1903,
mucho antes de la revolución carrancista, la Ley Orgánica
de Instrucción Pública del Estado decía
precisamente en el artículo mencionado: “...
la educación primaria que imparta el Estado será
gratuita, laica y obligatoria...”. Durante los próximos
tres años (1930-1933), Los sucesivos gobiernos emanados
de la revolución se conformaron con sostener los principios
de la educación laicista y racionalista; pero en 1934
Plutarco Elías Calles, sacó a relucir su contumacia
contra la religión.
El 20
de julio de 1934 Calles pronunció un discurso en Guadalajara
en el cual dijo: “... la Revolución no ha terminado.
Los eternos enemigos la acechan... Es necesario que entremos
a un nuevo periodo de la revolución..., debemos apoderarnos
de la conciencia de la niñez, de las conciencias de
la juventud porque son y deben pertenecer a la Revolución...”
4
Estas
palabras del entonces “Jefe máximo de la revolución”,
requerían una reforma más extremista, al tantas
veces reformado Artículo Tercero Constitucional.5
Este que
se conoció como “el grito de Guadalajara”,
daba la pauta para que el gobierno y todas las asociaciones
favorables a él, se decidieran por la implantación
de la educación socialista:
“Los universitarios de Jalisco no permanecieron ajenos
a este asunto. El 10 de junio de 1934 la Federación
de Estudiantes Universitarios de Jalisco, presidida por Carlos
Cuesta Gallardo, manifestó su solidaridad con la Universidad
Nacional declarando que no estimaba conveniente la reforma
del Artículo Tercero Constitucional...”
Como un
colofón al presente escrito y para destacar la participación
de María Luisa Vargas González en la lucha que
estamos mencionando citare de nuevo las palabras textuales
de un escritor nada sospechoso de ser favorable a la misma:
“La
Federación Universitaria de Jalisco en enero de 1935
volvió a hacer público su rechazo a la escuela
socialista. El 15 del mismo mes se formó un comité,
presidido por María Luisa Vargas González, en
la Escuela Normal del Estado, fijando entre sus objetivos
la lucha por la derogación del Artículo Tercero
Constitucional” 6
1(Mario
Aldana Rendón. Manuel M. Diéguez y el Constitucionalismo
en Jalisco. (página sin numerar después de la
88). Gobierno del Estado de Jalisco, 1965.
2
Obras
de Misericordia Espirituales: 1-Enseñar al que no sabe.
2-Dar buen consejo al que lo ha menester. 3- Corregir al que
yerra. 4-Perdonar las injurias. 5-Consolar al triste. 6-Sufrir
con paciencia las flaquezas de nuestros prójimos. 7-Rogar
a Dios por vivos y muertos.
Obras de Misericordia: Corporales: 1-Dar de beber al sediento.
2-Dar de comer al hambriento. 3-Vestir al desnudo. 4-Dar posada
al peregrino. 5-Redimir al cautivo. 6-Visitar a los enfermos.
7-Enterrar a los muertos.
3
María Luisa Vargas González. Yo fui testigo.
Pág. 14. Guadalajara, Jal. 1994.
4
Pablo
Yankelevich. La educación socialista en Jalisco. Pág.
49 Ediciones de la SEP, Guadalajara, Jal. 1965.
5 Op. Cit Pablo Yankelevich. Pág. 53.
6 Op. Cit. Pablo Yankelevich. Pág. 83.
LA PRIMERA AVANZADA
Se equivocan los
verdugos si creen que el temor a sus puñales y a sus
balas ahogó en nuestra garganta el grito de indignación
del pueblo jalisciense, por las infamias sin nombre que cobardemente
han cometido ellos.
No: estábamos
ocupados en cubrir de flores las tumbas de nuestros mártires:
estábamos entretenidos en saborear las últimas
enseñanzas que nos dieron. Esperábamos también
que pasara la borrachera de sangre de los tiranos, para que
pudieran oír el ¡VIVA CRISTO REY! de nuestras
esperanzas inmortales, y contemplar los millones de manos
cristianas que, formando con sus dedos la Cruz, se levantan
sobre la tierra húmeda de las tumbas gloriosas, para
repetir una vez más a Jesucristo el viejo juramento
de entregar vida y sangre porque El reine.
¡Benditos
sean por siempre los días 1° y 3 de abril de 1917!
¿Qué nos trajeron?... Seis corazones, llenos
de vida y de amor, convertidos en seis fuentes, cuyos raudales
se unieron para formar el torrente que lava a nuestro suelo
de sus crímenes, y que riega, a su paso, las palmas
que agitarán mañana en sus manos triunfadoras,
otros mil mártires. ¡Seis antorchas encendidas
en mitad de nuestra noche, para alumbrarnos los caminos de
la Gloria!
“ANACLETO
GONZÁLEZ FLORES, JORGE Y RAMÓN VARGAS GONZÁLEZ,
LUIS PADILLA GÓMEZ, EZEQUIEL Y SALVADOR HUERTA”.
ANACLETO: “El
Maestro”, como proféticamente le llamábamos
todos; el gran forjador de nuestra juventud; el incansable
amigo del obrero; el que supo despertar en la mujer tapatía
hambre inmensa de sacrificio y sed inextinguible de martirio;
el orador insigne que entregaba un pedazo de corazón
en cada discurso, un pedazo de corazón que inflamaba
a todos, porque iba ardiendo en amor de Dios. ¡todo
un hombre en plena juventud, cristiano cabal, caballero intachable,
esposo y padre modelo; pobre de fortuna y riquísimo
de alma; el Maestro el Abanderado, el Loco sublime de la locura
de la cruz... “Cayó en la cumbre de sus esperanzas,
cubierto de puñaladas y acribillando a balazos, con
los pulgares desarticulados: le habían colgado de allí
los infames, exigiéndole la traición a cambio
de la vida”!
A eso de las tres
de la tarde, cuando el sol bañaba las pupilas aquilinas
de “el Maestro”, vueltas al cielo como para acostumbrarlas
a los fulgores de Allá...: cuando brillaban lágrimas
en los ojos de los mismos encargados de la ejecución;
después de haber dicho a los compañeros de Calvario
con júbilo indecible: “Dentro de unos minutos
estaremos en los brazos de la reina del Cielo...”, tomo
Anacleto su palma en la mano..., cerró los ojos...
¡y los abrió en la Gloria!
Y ¿qué
crimen cometió? “-Anduvo en los Altos”-
contestan los atufados. ¡Mentira! JURAMOS POR DIOS QUE
NI UNA SOLA VEZ TOMÓ PARTE EN NINGUNA DE LAS ACCIONES
BÉLICAS EN LA ACTUAL INSURRECCIÓN, y retamos
a que se nos de una sola prueba de lo que es falso lo que
decimos.
“...Fue el autor intelectual del plagio de un norteamericano”-
¡Calumnia infame! ¡Escupitajo de beodo sobre el
cuerpo en sangrentado de un mártir! Tan torpes han
estado los calumniadores, los pobres tiranuelos, que, su única
prueba, el papel que presentan como escrito por el Licenciado,
tiene redacción de cargador o de carrero, es decir,
de hombre iletrado aunque use uniforme militar. Tan imposible
es que Anacleto haya escrito ese papel, como que fuera de
algún general Petate cualquiera de los admirables discursos
del Abogado!
Pero no sólo
eso, al entregar copia del papel a “El Informador”,
decía: “reventaremos a el turco” (así
el turco, y Turco con minúscula); pero al llegar a
México el papel de marras o su copia, ya decía:
“reventaremos al gobierno”. (Así lo público
“Excélsior”). Seguro que Anacleto se arrepintió
de escribir turco con minúscula, y se levantó
de su sepulcro para escribir gobierno con minúscula...!
No. ¡El pueblo que rara vez se equivoca, sabe muy bien
contra quién clama venganza esa sangre norteamericana!...
Pilatos, siquiera se lavó con agua sus crimináles
manos... ¡desgraciado de aquel que intenta lavárselas
con la sangre de sus víctimas!
JORGE Y RAMÓN
VARGAS GONZÁLEZ, empleado de la Hidro el primero, y
estudiante de medicina, el segundo. Dos jóvenes católicas
de abolengo; alegres, como las conciencias tranquilas; llenos
de ilusiones; habían pasado apenas de los veinte años
y tenían alma y cuerpo sanos; hijos cariñosos,
amigos leales, les tocó la dicha de ocupar el envidiable
puesto de asistentes del Caudillo, en su entrada triunfal
a los Cielos! No salía bien que un Abanderado llegará
solo ante su Rey...!
Minutos antes
que a Anacleto, los asesinaron a ellos. (Así lo pidió
él).
¿Cuál fue el crimen de estos jóvenes?
prestar albergue al perseguido; abrir su hogar al que no podía
pasar los umbrales del propio, porque lo esperaban puñales
asesinos. Ese fue el crimen. Ahora es criminal quien ejerce
las obras de misericordia.
Dan ganas de exclamar:
“Señor de las Venganzas: cuando los tiranuelos
busquen espantados un refugio; mañana, cuando ellos
sean los que no puedan pasar los umbrales de su casa, y hambrientos
de caricias filiales y de paz, toquen a las puertas de la
Misericordia, ¡que hallen todas las puertas y todos
los corazones cerrados!”... Pero no, fueron perdonados
por sus víctimas y nosotros no podemos maldecirlos.
LUIS PADILLA GÓMEZ:
Alma noble, corazón sano; joven con prudencia de viejo,
estudiante, laborioso, humilde, lleno de piedad. “Sus
discursos parecen sermones”, decíamos sus amigos
al oírlo hablar; amaba mucho las cosas de Dios.
¡Martirizado también! Arrancado de los brazos
de sus hermanas y de su buena madre! ¿Por qué?
¡Era secretario de la Unión Popular. ¡Qué
crimen tan espantoso!... a las dos de la mañana, por
un balcón de su casa, como rateros, se meten los esbirros
y lo asaltan en su propio lecho, donde tranquilamente dormía.
lo maltratan, se lo llevan, dejando en un mar de llanto tanto
a la madre y a las hermanas: y, cuando ya lo han asesinado,
tienen la crueldad de llevarse, con engaño, diciendo
que él pedía desayuno, a aquellas honradas y
decentísimas mujeres para encerrarlas en el calabozo
inmundo en que merecidamente han estado ¡y debieran
estar siempre! Quienes allí las arrastraron.
EZEQUIEL HUERTA:
¿Quien no lo conoció? Quien no lo oyó
cantar unciosamente en nuestros templos? ¿Quién
no le vio comulgar con fervores de santo? ¿Quién
no recuerda que ya había recibido, hace años,
una puñalada, por defender el respeto debido al templo
de Dios? ¿Quién no lo tiene gravado en la memoria,
rezando de rodillas el Rosario, durante el tiempo que su quehacer
le dejaba libre en la Iglesia? ¿Quién podrá
decir: “Yo lo vi cometer una falta, en cualquier sentido,
por pequeña que haya sido”? Intachable fue siempre
su conducta.
SALVADOR HUERTA:
Maestro mecánico; modelo, como su hermano, de padres
y de hermanos y de esposos. dechado de honradez y de exactitud
y perfección en su trabajo. Sus mismos compañeros
de oficio, aunque enemigos de ideas, no tienen más
que elogios para él, y a todos ellos consternó
e indignó el atentado cometido contra él.
¿Cuál
fue el crimen de estos dos intachables ciudadanos? -“Fabricaban
parque para los rebeldes”- contestan con la seriedad
de una tranca, los victimarios. La sociedad entera había
soltado la carcajada al oír esa acusación, sino
la hubiera contenido el respeto que merecían las víctimas;
si la indignación lo hubiera permitido. Aún
“Excélsior”, el diario de la capital, que
aún está muy lejos de ser católico, se
burla de esa acusación insostenible, ridícula.
Se les aplicó
tormento, después fueron llevados al cementerio y ahí
se les asesino. Ezequiel murió primero: humilde, callado,
así se fue al cielo. Salvador pidió una vela,
y, con ella encendida en una mano, descubrió con otra
su pecho, y, alumbrandolo bien, dijo “¡Aquí
está el corazón dispuesto a morir por su Dios,
porque lo ama mucho!....
A media noche,
en el silencio del camposanto... creemos que hasta los huesos
de los muertos se estremecieron clamando: ¡VIVA CRISTO
REY!
Y no se permitió a los huérfanos (cerca de 20,
y entre ellos varios pequeñines) ni a las viudas de
los Huerta, ni siquiera darles un beso en la frente, ni siquiera
verlos por un momento, en la majestad de su muerte triunfal.
Sabemos que les cobraban SEIS MIL PESOS por concederles esa
dicha, ¡seis mil pesos, cuando habían los esbirros
arrebatado a Ezequiel hasta el último centavo, con
que hubieran podido al día siguiente comer una tortilla
sus pobrecitos huérfanos!
Temían
los asesinos que se repitiera con los dos últimos mártires
la apoteosis de los cuatro primeros, cuyas casas se vieron
invadidas por muchedumbres incontables, que tocaban a los
cuerpos ensangrentados sus objetos de piedad, y que se desvivían
por conseguir un pedacito de sus vestidos. Que concurrieron
en número de varios miles, al sepelio, y allí,
en presencia de los nauseabundos secretas, juraron fidelidad
a la Bandera de Cristo, e hicieron retemblar las tumbas con
sus vivas al REY!
Y ¿qué
lograron con sus insignias? EXHIBIRSE:
Como rebeldes a la ley y al amo; aquélla les prohíbe
los juicios sumarios y éste les tiene ordenado que
le remitan a los reos. Desobedecen y asesinan. Al amo, ¿qué
le dirán? Nosotros sabemos lo que dice el Pueblo: “Querían
cargar a los muertos, que no pueden defenderse, con sus propios
delitos”. Eso por lo menos, es una suposición
lógica.
Como tiranos y
necios: Juzgan sumariamente y sentencian contra derecho a
los reos, ¡y los conocen tan bien, están tan
informados de sus antecedentes y de su conducta, que no saben
a ciencia cierta ni quienes son los reos: a jorge Vargas,
lo hacen estudiante; a los dos Huerta los creen mecánicos,
y, cuando llegan a saber que uno de ellos es cantor, piensan
que el cantor se llamó Salvador, así lo asientan,
así lo publican. ¿Como, pues, matan sin saber
a quién matan?
Como inhumanos,
feroces, caníbales: ¿con qué derecho
dan tormento? Si sentencian a fusilamiento, ¿por qué
las víctimas presentan tremendas puñaladas?
¿Por qué una de ellas tenían desarticulada
una clavícula, sin tener allí herida de bala?
¿Por qué niegan los cadáveres?...
Como torpes, muy
torpes: hacen decir y repetir a los periódicos vendidos
(como “El Informador” que respeta más la
pistola de un general que a todo el Pueblo Jalisciense...),
les hacen gritar desafortunados que el asunto del americano
plagiado y muerto, quedó perfectamente deslindado,
cuando todos sabemos quien es y ante quién y conqué
pruebas están acusados por ese crimen.
Se exhiben como...
quienes son: como ellos, cuando desterraron a D. Porfirio
se hicieron maderistas, y fueron carrancistas cuando asesinaron
a Madero, y son callistas mientras Obregón sea garbancero,
y, cuando asesinan a Calles, serán... diablistas, si
el mismo demonio alza bandera: ellos creyeron que, muerto
nuestro abanderado, nos dispersaríamos. No se quieren
acordar de que nuestro caudillo es CRISTO y que EL NO MUERE!!!
Ha soplado el
incendio, y ya les quema los lomos! ¡Sigan soplándole!
La primera avanzada de los Mártires Jaliscienses llegó
a la Cumbre... A ella tendemos nuestros brazos. Nos da lo
mismo llegar al Cielo de piquete de alacrán que de
puñalada de asesino.
¡Que la
Virgen de Guadalupe nos conceda abrazar pronto a los amigos,
a los compañeros, a los maestros a los valientes que
nos llaman!
¡¡¡VIVA
CRISTO REY!!!
Abril 8 1927.
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