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PARTICIPACIÓN INTREPIDA Y EFICAZ
DE LAS MUJERES EN LA EPOPEYA CRISTERA

Es esta lucha desigual contra un poder estatal, prepotente constituida por la aglomeración que formaban de un lado: el ejército regular, las fuerzas Judío-masónicas, el protestantismo de sus vecinos del Norte y el considerable auxilio de esa gran potencia, favorable a los perseguidores del catolicismo; del otro, un pueblo inerme, cuyos únicos poderes imponderables se limitaban a la audacia y bravura que en ellos producía el profundo y vital amor que profesaban a su fe católica, y una confianza inconmovible en la protección de Dios y de su adorada patrona, la Virgen de Guadalupe.

En esta lucha es de estricta justicia resaltar la participación activa y por veces decisiva, de las mujeres mexicanas. (Qué hermosas páginas, merecedoras de loor eterno, nos dejaron AQUELLAS MUJERES Y NUMEROSAS MADRES EN ESTA GUERRA DE RELIGIÓN que los poderes del averno instigaron y avivaron!

El general Rodrigo Talamantes tuvo la desfachatez de mandar a la horca a cinco mujeres por el sólo y “grave delito” de haber hecho propaganda de prensa religiosa. 1

Y otro historiador norteamericano, habiendo relatado atropellos increíbles de Calles y como la furia del conflicto era agravada por generales irresponsables que, su pretexto de la lucha, practicaban brutales y criminosas persecuciones a prominentes familias católicas, confiscando y despojándolas de sus casas y propiedades: refiere como al propio tiempo las devotas mujeres mexicanas procuran algún consuelo en las iglesias silenciosas, pasando las cuentas del Santo Rosario, repitiendo sus oraciones predilectas; y llorando con frecuencia por el bochorno y abominaciones de su Nación. Mientras algunas que tenían casas más espaciosas albergaban sacerdotes, que con su misma ropa seglar y a cortinas cerradas, celebraron la Santa Misa. “Esposas de jefes revolucionarios, inclusive la de Calles, se aprovechaban también de esas oportunidades”. 2

El periodista Ceja Reyes estampa en su libro una fotografía con esa leyenda explicativa; Afloraba la lucha y muchas católicas preparaban globos que luego lanzarían al espacio metropolitano con propaganda cristera. 3

El santo mártir P. Pró refiere en carta a un amigo el caso de una joven que detenida por hacer propaganda religiosa la tuvieron seis meses en los infectos calabozos de la Inspección de Policía, donde contrajo una triste mortal llevándole el P. Pró el santo Viático le rogó que mantuviese un rato la Santa Hostia en la mano para hablar con Jesucristo y ofrecerle su vida por la santa causa. ¡Qué bello ejemplo de fe y heroísmo patriótico! 4

Rodríguez Lois transcribe una coplilla que se canta en algunos pueblos mexicanos:

Es la dama mexicana
Flor que recuerda simbólica,
Algo a Isabel la Católica
Y algo a la Guadalupana. 5


Brigadistas.

La CRISTIADA fue una lucha muy especial. Por lo común, en las guerras toda la actividad bélica es atribuida, casi exclusivamente, a los hombres marchaban al combate impelidos por las esposas, madres y hermanas; además. No hubieron podido mantenerse sin la AYUDA CONSTANTE DE LAS ORGANIZADORAS, SOBRE LAS QUE RECAÍA TODO EL PESO DE LA LOGÍSTICA Y DE LA PROPAGANDA. 6

Con efecto, en muchas regiones del país ellas fueron LAS

PRIMERAS EN DEFLAGAR LA LUCHA CONTRA LOS CALLISTAS. En 1926, cuando se formaron las hostilidades, las mujeres más decididas a montar guardia en las iglesias. “Reina en todas partes ilimitada y entusiasta admiración por las mujeres católicas de México, quienes en presencia de los sótanos de Roberto Cruz, y la deportación a la espantosa colonia de las Islas Marías, han noblemente y sin descanso defendido nuestra civilización cristiana y mostrado al mundo la heroica raza a que pertenece”. 7
En diversas partes, los hombres limitáronse a desempeñar tímidamente un papel secundario no enfrentándose con las fuerzas federales, sino para defender a las compañeras. “Ellas, dice Kéraly, conclamaban a los maridos a “ser hombres” lo que en todo el mundo hispánico constituye un acicate suficiente. Ellas daban sus hijos, uno después de otro, a los regimientos de Cristo Rey”. 8

Anacleto González Flores, jefe de la UNIÓN POPULAR y llamado “el Maestro”, dio inicio a la movilización de las mujeres en 1925, en su campaña cívica contra el Gobierno. Pero cuando en 1926 la compaña cívica se transformó en lucha armada, él comenzó a organizar el apoyo a los cristeros con algunas socias de la UNIÓN DE LAS EMPLEADAS CATÓLICAS –UEC- de Guadalajara. Sociedad moralizadora que reclutaba sus asociadas en la clase media y entre el pueblo. Muerto Anacleto, continuaron la organización de ayuda a los Cristeros, Luis Flores González y la joven dinámica y combativa María Goyaz.


Toñita Castillo conduciendo parque a los Cristeros.

Para actuar con más eficacia resolvieron Luis Flores y María Goyaz proceder de manera militar y formaron en Zapopan, Jalisco, la primera BRIGADA FEMENINA, constituida por 17 jóvenes, que en pocos días ya eran 135 y que al final (LLEGARON A CONTAR CON 25 MIL MANIFESTANTES; DECIDIDAS, VALIENTES Y DISPUESTAS A ENFRENTAR TODO! Era una organización militar destinada a obtener dinero y abastecer de víveres a los combatientes y suministrarles armas y municiones, informes y refugios, a curarlos y esconderlos. Organización secreta que imponía sus miembros un juramento de obediencia y secreto.

Es sumamente interesante y conmovedor contemplar aquellas chicas en los extremos de sacrificio y heroísmo; y ver en las componentes de aquellas Brigadas hasta donde lleva una fe profunda y amor ardiente al Salvador y a su Iglesia Santa. Meyer nos ofrece varias fuentes de informaciones. 9 Digo “varias fuentes de informaciones”, porque, infelizmente, la Liga Nacional de Defensa de la Libertad Religiosa – LDLR-, que por indicación del Episcopado, coordinaba las organizaciones católicas, discordaba de las Brigadas Femeninas por causa del secreto y del juramento, y al final de todo, el P. Darío Miranda, Jefe del Secretario Social, quemó los archivos de las Brigadas, que había recibido de Luis Flores. La diligencia de Mayer, procurando cuidadosos otras informaciones complementarias, suplió, en parte considerable esa falta, un esquema de la organización de las Brigadas Femeninas y de sus actividades.

En los ESTATUTOS se define la organización de las Brigadas Femeninas, como, “Una sociedad mexicana, exclusivamente femenina, cívica, libre, autónoma y RACIONALMENTE secreta, esto es : sus miembros JURAN guardar todo y sólo aquellos secretos que sean necesarios para salvaguardar la vida de la Institución, la de sus miembros y el amplio desarrollo de sus finalidades y de sus objetivos”.

Su finalidad era la de proveer Cristeros de todos los artículos y prevenciones necesarias para el proseguimiento de la lucha, con el mínimo de fracasos y con garantía de éxito. Para adquisición y entrega de pertrechos de guerra de toda especie a los combatientes: espionaje en los dos campos para descubrir y prevenirse de posibles traidores o desleales; beneficia en todas sus formas para los combatientes y sus familiares.


Ma. Ernestina Gollaz Camberos (Ps. Celia Gómez)

La Organización, debido al talento singular de Luis Flores, era militar. Cada Brigada contaba con 750 afiliadas y tenía al frente un coronel, asistida por una teniente coronel y cinco mayores, y a su órdenes varios capitanes, tenientes y sargentos, etc. La Organización llegó a contar 26 Brigadas completas y 36 menores, éstas compuestas de 100 a 250 miembros. En el comienzo tuvo un bastión inicial y más fuerte en Guadalajara y luego en México. Con celo y actividad extraordinaria lograron establecer destacamentos en grande número de ciudades y poblados.

Las Brigadas Femeninas eran secreto completo para todos los que a ellas no pertenecían. El JURAMENTO era prestado de rodillas DELANTE DEL CRUSIFICO:

“Ante Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ante la Santísima Virgen de Guadalupe y ante la Faz de mi Patria, yo, N. Juro que aunque me martiricen o me maten, aunque me halaguen o prometan todos los reinos del mundo, guardaré todo el tiempo necesario secreto absoluto sobre la existencia y actividades sobre los nombres de personas, domicilios, signos...que se refieran a sus miembros. Con la gracia de Dios, primero moriré que convertirme en delatora”.

¿Mas, quiénes eran estas jóvenes que, en tan gran número, trabajaron durante tanto tiempo en las mismas barbas del ejército y de la policía con una eficacia y una seriedad notables? Jóvenes y solteras en su mayoría (de 15 a 25 años), dirigidas por jefes ninguna de las cuales tenía más de 30 años, se buscaron grupos auxiliares en los que había mujeres de más edad, mujeres casadas y niños. 10

Esas mujeres, constitutivas de las Brigadas Femeninas, “formaban, dice un Cristero, en su apasionante relato, aquel cuerpo de mujeres que, exponiendo la vida, nos abastecían y conectaban con el mundo”. 11

Las Brigadas Femeninas fueron creadas de modo especial para suministrar municiones, pertrechos y víveres a los malparados y denodados Cristeros, en momentos extremamente críticos de lucha contra las fuerzas perseguidoras del gobierno. Entonces, el espíritu inventivo y la audacia de aquellas jóvenes fueron tales que hasta llegaron a abastecerse directamente en las fábricas militares de la capital, por los auxilios y facilidades de algunos operarios católicos y la simpatía y seducción de ciertas autoridades. Esta actitud y hasta convivencia de “operarios católicos y de algunas autoridades” se comprende fácilmente: la mayoría del pueblo mexicano es católico, y sólo el terror, la ignorancia de muchos y la confusión criada por el Gobierno con muchos medios de difusión, mantenían aquella maraña persecutoria del catolicismo, de la cual se esquivan, inclusive en las fuerzas armadas, los que podían.

Acontecía que entre los que eran enviados para incendiar o destruir sagradas imágenes muchos aún “llevaban escapularios, o su medalla de la Virgen de Guadalupe debajo de la ropa”. 12

En las ejecuciones de Cristeros era frecuente que los pelotones de ejecución se negasen a dispara, y era preciso recurrir al repugnante expediente de fusilar a un soldado, para que los otros, despavoridos, por miedo de la muerte cumpliesen la orden. NO SIN HABER PEDIDO ANTES PERDÓN AL SACERDOTE. En la inmolación del Líder, muy querido de todos, Anacleto González Flores, cuando el General Ferreira ordenó el cuadro de ejecución. “Anacleto habló en tales términos a los soldados que éstos se rehusaron a disparar, y el General los sustituyó por otro pelotón”. Fue entonces, cuando Anacleto gritó: “Yo muero, pero Dios no muere”. ¡Viva Cristo Rey! – y una descarga cerrada de catorce balas ahogó sus ultimas palabras. 13

Las jóvenes imaginaban mil formas de hacer llegar los pertrechos a los combatientes. Eran a modo de camisas fruncidas para hacer multitud de pliegues formando cañones en los que se metían los cartuchos. Cada joven podía así llevar de 500 a 700 o sea el triple de la donación militar en campaña. 14 LA carga era temor de enfrentar, y con éxito, su peligrosa tarea.

Tratábase simplemente de una Organización que durante dos años puso en circulación, noche y día, millares de muchachas que iban de las ciudades a los campos de batalla, desafiando toda suerte de peligros, con frecuencia mortales. Su actividad, sin embargo, era fundamental para los Cristeros y tan peligros para el Gobierno, que éste respondió con terribles represalias militares y policiales. La ferocidad y las atrocidades cometidas por las fuerzas CALLISTAS, durante aquella persecución religiosa son algo inaudito y monstruoso, o diríamos, SATÁNICO, que en los tiempos modernos sólo encuentran semejantes en la URSS y en el bando “rojo” de la Cruzada Española de 1936 – 1939.

Para ilustración de los lectores comunes que con frecuencia tal vez con sorpresa habrán tropezado en estas páginas con el calificativo de “satánico” o de “diabólico” aplicado en diversas actuaciones, digo que no es livianamente que atribuimos a la acción de Maligno, al satánico, mucho de lo que ocurre. Hoy es reconocido por las mayores autoridades religiosas en el mundo la acción frecuente y muy activa de Satanás, como aparece claramente en algunas sectas actuales que actúan a la luz del día, y que están causando serias preocupaciones a los observadores de esos movimientos y hasta a las autoridades públicas.

En el Sínodo extraordinario de 1985, convocado por el Papa Juan Pablo II, el Relator, Cardenal Danneels, CON LA APROBACIÓN DE TODOS LOS PADRES y en consentimiento del Sumo Pontífice, no vacila en afirmar en la RELACIÓN FINAL, que las fuerzas del Maligno, con grande influencia actúan en el mundo, con ánimo hostil a la Iglesia de Cristo: muestran que el PRÍNCIPE DE ESTE MUNDO y el MISTERIO DE INIQUIDAD, ACTÚAN EN NUESTROS TIEMPOS.

Esto mismo, aunque todavía mas crudamente o había afirmado al Papa Paulo VI, con grande alarma en todo el mundo.


Ofreciendo bastecimiento a cristeros
del sur de Jalisco.

Con respecto a México que ahora nos ocupa, quiero consignar que CON VERDADERO ASOMBRO, las señales que Paulo VI indicó como evidentes para detectar la presencia del Maligno, se dan en México punto por punto, en la actuación de los presidentes, Carranza, Obregón, Calles y Cárdenas: Vea el lector estas señales y conociendo los hechos juzgará por sí mismo: “Podremos suponer su siniestra acción allí donde la negación de Dios es radical, sutil y absurda, allí donde la mentira se afirma, hipócrita y potente, contra la verdad evidente, allí donde el amor queda apagado por un egoísmo frío y cruel, allí donde el nombre de Cristo se impugna con odio consciente y rebelde, allí donde el espíritu del evangelio es adulterado y desmentido, allí donde la desesperación se afirma como última palabra...”.15

En confirmación de los actos heroicos de los miembros de la Cristiada y para que se vea mejor y se comprenda a dónde puede llevar la pérdida de la fe católica y el odio anticristiano de aquel contubernio masónico y de algunas sectas bastantes difundidas en la actualidad, y, también, para salir al paso de alguna sospecha de que estoy aumentando o agravando las persecuciones a los Cristeros, que dejamos referidas en páginas anteriores, voy alegar algunos párrafos del benemérito universitario francés Jean Meyer, ya varias veces citado, el cual para preparar una tesis de Doctorado en Letras, en la Sorbona, escogió el tema de la Cristiada. Con diligencia ejemplar y muy extraordinaria, investigó todo, durante cuatro años en México, trabajando en archivos, llevando acabo pesquisas e interrogando a sobrevivientes de la lucha, nos ofrece una amplia visión del proceso y vicisitudes de la epopeya cristera y de sus protagonistas de una y otra parte de los contendientes. 16

“Todos los cristeros a quienes se hacía prisioneros eran pasados por las armas. La pena de muerte era también el castigo de quienes ayudaban a los rebeldes, de los que propalaban falsas noticias, y hasta de los que hacían bautizar a sus hijos, asistían a las misas clandestinas o se casaban por la Iglesia. Los civiles sucumbieron en más de una ocasión, víctimas de matanzas colectivas. En Tenanzingo todos los lunes había fusilamientos y muertes en la horca, en público. Como los turistas norteamericanos denuncian en la prensa la presencia de ahorcados en los postes telegráficos a lo largo de las vías férreas y de las carreteras”.

“La tortura se practicaba sistemáticamente, no solo para obtener informes, sino también para hacer que durara el suplicio, PARA OBLIGAR ALOS CATÓLICOS A RENEGAR DE SU FE y para castigarlos eficazmente, YA QUE LA MUERTE NO BASTABA PARA ASUSTARLOS. Caminar con las plantas de los píes en carne viva, SER DEGOLLADO, QUEMADO, DESHUESADO, DESCUARTIZADO VIVO, COLGADO DE LOS PULGARES, ESTRANGULADO, ELECTROCUTADO, QUEMADO POR PARTES CON SOPLETE, SOMETIDO A LA TORTURA DEL POTRO, DE LOS BORCEGUÍES, DEL EMBUDO, DE LA CUERDA, SER ARRASTRADO POR CABALLOS... Todo esto era lo que esperaba a quienes caían en manos de los federales”.17

A nadie se perdonaba: el General Pablo Rodríguez hizo ahorcar a varios civiles en la Tinaja, para conseguir al catequista Cecilia Gómez, el cual se entregó a fin de alcanzar perdón de otros rehenes. Fue ahorcado delante de sus hijos, a los que se obligó después a servir de comer al general. En pleno día, en Colima, en el jardín Independencia, Francisco Santillán de 14 años, y Manuel Hernández de 17, fueron fusilados después de haber sido torturados. Cuando las tropas federales tomaron Zapotitlán, entraron a la ciudad a saco, violando a las mujeres, profanando la iglesia y llevándoselo todo. Cuando sorprendieron al campamento de Telcruz, violaron a las mujeres en presencia de sus marido y de sus hijos, tras de lo cual mataron a los hombres y estrellaron a los niños contra las rocas.

El General Eulogio Ortiz hizo fusilar a uno de sus soldados a quien había visto en el baño con una medalla el cuello. (Ididem). Exponer todas las atrocidades sería tarea de nunca acabar.

Blanco Gil y Rivero del Val relatan también muchas y terribles atrocidades de los callistas. “En Huejuquilla, el General Vargas, con otros callistas invadieron, el pueblo se fueron al oratorio a casa de Carmelita de Robles donde se encontraban como refugiadas varias señoritas”. A Carmelita la echaron al suelo después le pusieron una soga al cuello y tirando la llevaron con las otras hasta San Antonio. Sábese que fue TORTURADA Y MARTIRIZADA, POR LO CUAL, ENTRE EL PUEBLO LE VALIÓ EL APELATIVO DE SANTA.18

Rivero Del Val testifica que muchas jóvenes de las Brigadas Femeninas fueron presas y sometidas a tratamientos brutales: martirizaron varias y a otras las enviaron prisioneras a las Islas Marías. Profunda pena causó la muerte de una jovencita que, algunas veces, nos abastecía de comestibles, medicamentos y pertrechos. Cayó en una emboscada; la llevaron a Colima y la internaron en la cárcel. Su juventud y belleza provocaron desde el primer momento los bajos instintos de sus carceleros, que rasgaron sus vestidos y la sometieron a interrogatorios interminables. Querían que los informase sobre el mecanismo de las Brigadas Femeninas, los nombres de sus jefes, sus lugares de reunión. Ella, sin embargo, fiel a su juramento guardó obstinado silencio. La jovencita cerro estrechamente sus labios y solamente el color de su rostro, y el brillo de sus ojos demostraban sus sentimientos de indignación, de vergüenza y de terror.
“Tu orgullo, le dice el General, está en que eres virgen; sin embargo, si insistes en tu silencio, te entregaré a los soldados en este mismo instante”.

Los hombres aplaudieron la proposición con soeces carcajadas. La jovencita murmuró en silencio una plegaria levantando los ojos al Cielo, y con la cabeza dijo: No, a las reiteradas preguntas sobre si estaba dispuesta a delatar a los suyos.

Entonces aquel jefe desalmado, lleno de cólera, gritó para sus soldados: ¡Cójanla! Es de ustedes.19

La triste muerte de la muchachita encolerizó a los hombres del campamento cristero, que se reunieron y planearon el castigo de los enemigos.

Para gloria de aquellas Brigadas Femeninas, “se puede asegurar que entre sus miembros NO HUBO NI UNA SOLA DEFECCIÓN. ¿Qué organización de resistencia política – comenta Kéraly – podría decir otro tanto?”.

COMPORTAMIENTO HERÓICO DE LAS MADRES MEXICANAS EN LA CRISTIADA


Familia brigadista.

Este heroísmo de las mujeres en las Brigadas, tenía su correspondiente manifestación en el espectacular ejemplo de las madres en los momentos más trágicos de la vida de sus hijos; y en la intrepidez de que hacían gala de la propaganda y auxilio a los Cristeros; cosa que irritaba sobremanera a los callistas y congéneres.

Esto no explica la altivez, la firmeza y hasta diríamos, el derroche de heroísmo de que hicieron gala los mexicanos no solo en la Cristiada sino también en las sucesivas crisis religiosas, que todo ello pone de manifiesto el carácter, la fisonomía, y el talento, típicamente hispánico, que demostraron las madres mexicanas, en aquellos días terribles pruebas.

No seria exagerado escribir que de tales madres, tales hijos, y aún, tales maridos, que por sus esposas eran con frecuencia impulsados a la lucha. Muchas fueron las que emularon la abnegación y el sacrificio de la Madre de los Macabeos, estimulando sus siete hijos a inmolarsepor la fidelidad al verdadero Dios.

Otro modelo, sin embargo, más próximo y eficaz tenían presente las madres en México: la Virgen Dolorosa. Ellas eran en su totalidad moral fervorosas devotas de la Virgen María, y en cuanto en ellas cabía, imitaran las disposiciones de la Virgen Madre de Jesús en el Calvario: de pie, al lado de la Cruz del Salvador, su Hijo, María ofrece a su hijo, y ella se ofrece también como víctima expiatoria, sabiendo que aquella inmolación es requerida para que el Padre sea glorificado y los hombres se salven.

También las madres mexicanas –felizmente los ejemplos de lo que sigue, sobreabundan – imitaron con sus hijos a Nuestra Señora heroicamente no vacilando inmolarlos para defender la honra de Jesucristo y resguardar sus almas de la perdición eterna. Veamos algunos ejemplos.

La madre del P. Trinidad Rangel, cuando le llegó la noticia del sacrificio de su hijo, cual otro Job prorrumpió en estas exclamaciones: “Dios me lo dio, Él me lo quitó: Hágase su Santísima voluntad: antes mártir que apóstata”.20

Vamos a referir sucesivamente otro ejemplo emocionante de LA FE ARDIENTE Y DEL VALOR DE UN NIÑO DE 12 AÑOS Y DE SU MADRE, en que también aparece visible al grado de barbarie y de crueldad de los perseguidores.

Un niño es cogido en un suburbio de Guadalajara repartiendo hojas del BOICOT de los cristeros a los transeúntes. Sucedió que uno de estos era de los esbirros de la tiranía. Agarra del brazo al niño y viendo lo que repartía le pregunta: ¿Quién te dio esto? Pero el niño por toda respuesta se le quedó mirando desafiante y sereno. ¿No me lo dices? Pues vamos a la comisaría, allí lo vas a decir. El Comisario pregunta al esbirro ¿qué traes ahí? – A este chamaco que anda repartiendo en las calles esta porquería, y no quiere decir quién se le ha dado. Pero a mí, sí me lo dirás, ¿verdad? Yo soy el Comisario. El niño mira impertérrito al policía y sella sus labios. –Si no me lo dices te voy a zurrar un poco ¡ya verás! El niño calló como una estatua de piedra.- ¿Eh...no me lo dices? Pues ya verás.

El comisario coge un látigo, con el esbirro, arrancaron su pobre camisa y sus pantalones y en carne viva lo azotaron hasta amoratarle las espaldas: -¡No me pegue! ¡No sea malo! ¡No sea así!, dijo llorando. –Pues dime quién te dio esa propaganda y no te pegaré más. El niño cerró sus labios y hasta cesó de lamentarse. El Comisario mandó encerrarlo y esperar que viniese su madre a buscarlo.


Un cristero y una brigadista.

La madre, viendo que el niño no llegaba al medio día quedó aprehensiva. No faltó un vecino que la informó que un hombre, llevara del brazo al niño a la Comisaría. La madre preparó alimento y se fue a la Comisaría. El Comisario le dijo entonces –tenemos necesidad de saber quién le dio esa propaganda subversiva. Pregúntele usted. La madre miró al hijo y el hijo miró a la madre, fortaleciéndose con esa mirada de firmeza. Ambos callaron. Entonces volvieron a desnudar al chico. La madre se echó a llorar amargamente al ver las amoratadas espaldas del niño. Y más aún, cuando vio al bárbaro policía levantar el látigo para reanudar los golpes. Ciega, valiente, como leona herida, lanzóse para interponerse entre el látigo del salvaje policía y su hijito. Pero el otro esbirro estaba preparado, y agarro fuertemente a la mujer, que forcejeaba inútilmente por desprenderse de aquel bárbaro... – Nada más digan quiénes son los que les dieron los papeles. Gritó el Comisario, golpeando con furor al pobrecito. - ¡No le pegué! Gritó la mujer. – Pégueme a mí, si es hombre, y no al niño! - ¡Pues que diga!, vociferó el Comisario.
Y entonces algo increíble. Algo que debió resonar en el Cielo, como resonaron en otro tiempo, las voces de la madre de los Macabeos, alentando a sus hijos al martirio: -¡No digas, hijo, no lo digas!, clamó la madre entre un torrente de lágrimas.

El Comisario, furioso por haber sido vencido por una mujer y un niño, soltó el látigo, y cogiendo al niño por los bracitos, se los retorció con furia, hasta que se los quebró... El niño cayó desmayado. Entonces el dicho Comisario –como asustado- le dijo a la madre: ¡Vieja infame... llévese a su hijo... tal por cual!

La madre se lanzó inmediatamente a levantar el cuerpo del chiquillo, y abrazándolo con trabajo lo cargó sobre sus hombros y salió como loca de la comisaría, para ir a curarlo en su pobre vivienda. Cubriólo con su rebozo, pues estaba desnudo y sangriento... Y corría, corría, repitiendo como un estribillo sublime... ¡No diga, no digas!

En un momento dado, el cuerpecillo del mártir se estremeció sensiblemente, y la madre dolorida, poniendo en su acento toda la ternura de su corazón, la repitió angustiada: ¡no digas, hijo, no digas!

Al llegar a su casa depositó en la pobre camita el cuerpo llagado de su hijo... ¡ESTABA MUERTO!.21

Cuando Los esbirros de Calles colgaron por los dedos pulgares al muy querido jefe Cristero, Anacleto González Flores, se divertían torturando delante de él a dos de sus colaboradores, los jóvenes hermanos Jorge y Ramón Vargas. El irreductible Anacleto, en su suplicio, los interpela: “No os metáis con niños, si queréis sangre de hombre aquí estoy yo”. Ejecutado luego Anacleto, les tocó la vez a los hermanos Vargas que apenas terminaran el acto de contrición fueron pasados por las armas. Un hermanito suyo estaba presente, Florentino, pero le perdonaron la vida en atención a su corta edad. A la noche libertaran a la madre y a las tres hijitas que tenían alojadas en un calabozo de la inspección de policía, y les entregaron los cuerpos de los suplicios. Cuando LA MADRE VIO A FLORENTINO JUNTO DE LOS CADÁVERES DE LOS FERMANOS EJECUTADOS, EXCLAMÓ: ¡AH! Querido hijo mío! ¡QUE CERCA ESTUVISTE DE RECIBIR LA CORONA DEL MARTIRIO! Tal vez necesitas aún ser mejor para merecerla. ¡Qué hermoso modelo de maternidad cristiana!.22

Nadie sin honda emoción puede leer la despedida de la madre de León Toral, aquel joven, magnánimo y heroico patriota, “Calles Católico, sin marcha de especie alguna”, que no vaciló en sacrificar su vida con el intento de conservar su fe católica en su patria. Después de haberlo sometido a graves torturas, y condena a muerte, la madre obtuvo licencia para visitarlo antes de la ejecución.


Mujeres presas acusadas de apoyar a los cristeros.

Ella temía no hacer coraje para despedirse de él, pero luego, señora de sí – como cuenta como ella propia- exclamó: “Si, iré y estaré con él hasta el ultimo momento, si es posible. ¡Dios mío, ayúdame, dame fuerza suficiente para soportar todo esto y que se haga tu Santísima Voluntad”!.

Llegó el día fatal, 6-II-1929. Por la mañana fue a oír la Santa Misa y se dirigió luego a la prisión. En el camino no cesó de rogar a Dios que le diese fortaleza y pusiese en sus labios lo que había de decirle a su hijo en el encuentro. Nuestro Señor me auxilió y en vez de llorar y lamentarme le dije al llegar junto de él -¿Con que siempre se ba hijito al Cielo? ¡Dichoso de ti! Y lo abrazó con ternura.

Pepe ante la actitud de su madre cambió enteramente y muy alegre le dijo:

-¿De veras, mamacita, está contenta de que me vaya?
-Sí, hijito, muy contenta; lo único que siento es no poder irme con tigo, y espero que le pedirás a nuestro Señor me lleve luego a mí también y me digas algo de por allá. ¿No se te olvida?
-Pues, si Dios Nuestro Señor me lo permite, como no, yo le diré algo.

Muy contento Pepe de ver a su querida mamá tan resignada, comenzó a platicar como si no estuviese en vísperas de partir para la eternidad.

Pero Pepe no sólo estaba conforme sino alegre y decía:
-Mamacita, ¿cómo no voy estar alegre si en lugar de cárcel voy a tener el Cielo? Alégrese usted también porque su hijo estará mañana gozando de Dios.

Aunque aquella charla le partiera el corazón a María, invocando en su interior la ayuda de Dios, procuró aparecer tranquila y alegre, como Pepe lo deseaba, ejercitarse y no desmayar en la hora suprema.

Llegó el momento de la despedida. Con una fortaleza y serenidad, que sólo obra de Dios, aproximándose de su hijo lo abrazó fuertemente y lo besó repetidas veces diciéndole:

-Hijito, no te olvides de tu pobre madre cuando estés en el Cielo.
-Sí mamacita, yo te ofrezco pedirle mucho a Dios Nuestro Señor, por usted, mi papá y paz para que les conceda la fuerza y resignación, y con seguridad lo hará, pues todo lo que pido lo concede: ¿no ve que voy a morir en sábado, gracia que siempre le he pedido y deseado ardientemente? Tenga fe y una ilimitada confianza en la bondad de Dios.

Le pidió la bendición y se hincó con respeto y humildad.

Se abrazaron por ultima vez y salió María y con paso firme regresó a su casa.

León Toral había dicho: “Yo, a todos los que me han martirizado, no les guardo el menor rencor, el menor odio”, después de las terribles torturas a que había sido sometido.23 Habiendo por ultima vez con grande fervor recibido la Sagrada Comunión, a las doce y media delante del pelotón, la descarga asesina le corto el grito: ¡Viva Cristo Rey! Del que tan sólo pudo pronunciar la primera palabra.24

J. Cardoso y el P. G. Havers nos refiere el bello ejemplo de intrepidez de un niño de siete años, cuyo relato pone de manifiesto los óptimos frutos de la buena educación maternal.

Con suma frecuencia al lado de los mártires mexicanos, “aparece como esfumada entre los arreboles de gloria del martirio, PERO, REAL Y SOBERANAMENTE BELLA: LA MADRE DEL MÁRTIR”.


Es ella, la madre mexicana, la mujer fuerte llena de dulzura y de abnegación hermosa como la aurora que da nacimiento al sol, valiente como la leona que defiende a sus cachorros; piadosa como las mujeres que no se separan de Jesucristo en el camino del Calvario; heroica como la inmortal Madre de los Macabeos; fiel imitadora de la Madre Purísima, que firme y serena, en medio de un dolor “tan grande como el mar”, acompaña al pie de la Cruz al Salvador, su Hijo divino, en el martirio que nos dio la vida. Es ella la madre mexicana que educó y formó para Cristo, a nuestros héroes, la que los alentaba de cerca y de lejos, a dar su sangre y sus vidas por Cristo Rey.

El caso de la referencia del niño de siete años es el siguiente: En San Juan de los Lagos, Jalisco, se organizó, en los comienzos del conflicto religioso una grande manifestación de ardorosa y dolorosa protesta pacífica contra los desmanes de los perseguidores de la Iglesia en México. El pueblo desfiló por las calles llevando carteles y en el sombrero o en el pecho unas tiras impresas con el grito popular ¡Viva Cristo Rey!

Terminada la manifestación que el niño contemplara con todo el amor y complacencia, volvió a sus juegos con otros chicuelos, sus colegas.

Horas después acertó a pasar por aquella calle una partida de gente armada de los gobernistas que antes no se habían atrevido a enfrentarse al pueblo. Vivieron los niños jugando a la canica y que uno de ellos, José Natividad, ostentada en su sombrerito aquel sagrado lema de los Cristeros, el jefe, aproximándose del chiquillo, con voz estentórea le ordena:

-¡Quítate ese letrero, chamaco!
-¿Qué me lo quite? Jamás: ¡Viva Cristo Rey!
-Si no te lo quitas, te vamos a fusilar. Le amenazó el oficial.

El padre del chico, viendo aquel movimiento se acercó y pregunto, de qué se trataba, y al saberlo, conociendo la brutalidad de los esbirros, dijo al niño:

-Hijo, quítatelo, porque lo manda la autoridad.

Irguióse el muchachito lleno de asombro, porque nunca había conocido en su padre una debilidad como aquella.

-¿Cómo, papá... que me lo quite? ¿no se acuerda QUE MAMÁ DELANTE DE USTED ME DIJO QUE NO ME LO DEBÍA DEJAR QUITAR DE NADIE? ¡NO, ME LO QUITO! Y el cobrador oficial tomó el arma y disparó sobre el chico de siete años dejándolo muerto a la vista de su padre. Éste, lloroso, lo levantó del suelo, para llevárselo a su casa; del pecho del niño iba corriendo sangre; y en su manita cerrada conservaba aún la canica con que estaba jugando.25


Santa Juana de Arco.

La muerte del niño de la CANICA demuestra como hasta los niños rinden homenaje con su bravura y coraje, a la valentía y al fervor que en sus madres cristianas los educaran con fe, en el amor a Jesucristo y a la Virgen María.

¡Y de que modo tan hermoso de los Cristeros manifestaban su gratitud a la madre que cristianamente los había educado!: “ Cada Cristero, avisado del día de su ejecución desea hacer llegar a su madre un último mensaje de afecto y gratitud. Piensa en partir a los ojos de ella, seguro de dejarle con el martirio el más bello remate de su educación. Ella es el único testamento que cuenta el último “Adiós” que de veras le importa, en las mazmorras de la policía, entre dos sesiones de tortura, él aún se lanza a los pies de la madre para recibir su bendición –Mamacita... Quién prestaría más bello homenaje a la virtud de su madre, en la formación cristiana para el coraje de su confesión de Cristo”.26

Quiero ultimar estas bellas consideraciones sobre la actitud de las madres mexicanas en lo ardoroso de su fe católica, con el nombre de doña Guadalupe Origel de Navarro, que fue la dichosa madre del grande líder católico, Luis Navarro Origel, de la más alta significación en la Cristiada.

A Luis seguían millares de adeptos. Él llego a controlar la costa de Michoacán, teniendo bajo sus órdenes 10 mil Cristeros, y era tan admirable su actuación que el Comité Directivo de la Liga Nacional de Defensa de la Libertad Religiosa –Liga que orientaba el movimiento de los organismos católicos- lo nombro Jefe Civil Supremo de la Epopeya Cristera. Fue una de las mayores figuras de aquella Cruzada, constituyendo, las cartas que entonces escribió a su esposa, una fuente valiosa de información para adquirirle su grandeza y la propia Epopeya Cristera. Murió en un combate con una sonrisa de inmensa alegría al ver satisfechos sus deseos, en el tiroteo, en la montaña Guapala, Michoacán, dando su vida por Dios y por la patria.27

Al recibir la noticia de la muerte de Luis, y de otro hijo, líder también Cristero, aquella madre valerosa, Doña Guadalupe, prorrumpió en estas memorables palabras: “Yo ofrecí a Jesucristo la vida de mis cuatro hijos. Nuestro Señor, sin embargo, se quedó algo corto, sólo tomo dos para Sí”.28

La alta significación de Luis Navarro Origel se debe en gran parte a las cartas doctrinarias y valientes que escribiera a su esposa y movieron a muchos para ir denodados a la guerra.

Para que los lectores puedan por sí mismos apreciar el carácter y la tensión religiosa que imperaba en aquellos líderes, voy a transcribirles un parágrafo de las memorables cartas de Luis a la Esposa.

“Dios quiere hacer del pueblo mexicano un modelo en el mundo, quiere enseñar al universo, y bien sabe que eso no es fruto de victorias militares. Son los sacrificios, las víctimas, la sangre que todo lo fecunda, que engrandece todo, santifica todo, desde que fue derramada la Sangre Divina y que aún inmola y continuará inmolándose hasta la consumación de los siglos. ¡Porque el valor de la sangre es insustituible, por que el clamor de la sangre es un clamor terrible, que siempre llega y conmueve el corazón de Dios!... Por lo mismo, aquí sólo hacen falta sacrificios; nuestra patria para salvarse sólo necesita vidas inmoladas, cuya inmolación esté santificada por el amor de Cristo. Para lavarse de tanto horror, de tanta abominación de crímenes que van siendo ya seculares, este suelo necesita sangre, pues las afrentas y las ofensas terribles hechas a Dios por un pueblo, sólo con sangre se limpian”.


El Dr. Rincón Fregoso con Brigadistas.

“Por otra parte, que la hora de la Misericordia, y de la Clemencia y del perdón y del Amor a sonado ya para México: ¿Dime tú misma si no es evidente que ha sonado ya? ¿No es la hora del amor la que ha sonado para nuestra querida Patria si vemos que el dolor ha llamado a los hogares que son verdaderamente mexicanos? ¿No es la hora del perdón y de la Clemencia y de la Misericordia la que ha donado si vemos que las víctimas se multiplican; que ha comenzado a verterse la sangre generosamente derramada, la amada y santa sangre mexicana, la sangre mexicana, la sangre nuestra, de nuestros queridísimos hermanos? Y apenas AYER EMPEZÓ A DERRAMARSE Y ES TANTA Y TAN GENEROSAMENTE OFRECIDA LA QUE ESTABA Y ESTÁ DISPUESTA A DERRAMAR NUESTRO PUEBLO que amenaza inundar este suelo salpicarlo todo; esto es lo que hacía falta, que no quede rincón de este suelo amado que no se lave con sangre, que no se santifique con el sacrificio. Por lo mismo, ninguna vida sacrificada es inútil, ningún sacrificio es estéril. Por lo contrario, sólo es necesario, indispensable, insustituible; sólo eso no puede ser reemplazado; porque sólo eso pide y exige al Señor para hacer grande y feliz a este pueblo. Las victorias vendrán después, seguramente; pero ahora sólo sangre, solamente vidas inmoladas generosamente se necesitan”.29

Desde luego esa era la fe que prevalecía en el pueblo, la virtud purificada de la sangre derramada en esa guerra religiosa en defensa de la fe católica y era lo que más fortalecía a los mártires. Saber que con su sangre salvaban a su Patria.

El pueblo comentaba con satisfacción el caso del P. José María Espinosa que distribuía SALVOCONDUCTOS PARA EL CIELO, EN LA PARROQUIA DE TASCASCARO, diciéndoles que si morían en la revolución contra el Gobierno perseguidor aunque tuvieran los pecados que tuvieran, ya estaban completamente perdonados”. ¿Podrá haber mayor tristeza que la de no merecer ser perseguidos por Cristo, ni morir por el nombre del Hijo de Dios?.30

Estas firmes convicciones del pueblo explican perfectamente bravura y la perseverancia de que dieron pruebas en aquella Epopeya las poblaciones mexicanas.

Bibliografía

La Palabra. Edición Facsimilar. Impre-Jal. Guadalajara. Abril 2002.

Vaca, Agustín. Los silencios de la Historia: Las Cristeras. El Colegio de Jalisco. Ed. Ágata.
Guad., Jal. 1998. Pág. 55.

Revista David No. 80, del 22 de marzo de 1959, artículo de D. Luis E. Ibarra.

La Hoja de Combate. Director Salvador Abascal. Año XXI. No. 362. 12 de noviembre de 1997.

REGLAMENTO DE LAS BRIGADAS
28 DE JUNIO DE 1928.

La corporación “Brigadas Femeninas Juana de Arco” se incorpora a la “Liga defensora de la Libertad Religiosa” bajo las siguientes bases:


OBLIGACIONES DE LAS BRIGADAS:


Equipo de brigadistas
del Sur de Jalisco.

I. Las “Brigadas” reconocen a la “Liga” en el terreno cívico, político y militar como su único superior y se someten a ella salvo los derechos específicos más abajo.

II. Las “Brigadas” hacen suyo el programa Integral de la “Liga” y se obligan a secundar la acción que éste desarrolla para obtener la reconquista de la libertad y su consolidación.

III. Las “Brigadas” aceptan un inspector fijo, nombrado por la “Liga”, que será el intermediario único para transmitir las órdenes o avisos de la “Liga” a las “Brigadas”.

IV. Estas órdenes o avisos serán acatadas únicamente con dos condiciones:
A) Que sean comunicadas por escrito.
B) Dirigidas a la Jefatura General de las “Brigadas” o al Director General de las mismas.

V. Las “Brigadas” mandarán mensualmente a la “Liga” un informe General de todas sus actividades y del estado de caja.

VI. Las “Brigadas”, previo el pago de los gastos correspondientes, prestarán también sus servicios directamente a la “Liga”, con exclusión de propaganda escrita, como boletines de guerra, hojas, volantes, etc.

VII. Las “Brigadas” se comprometen a respetar las cuotas de la “Liga”, los elementos con que ella cuenta, no quitando ni dañando los servicios de la “Liga”.


DERECHOS DE LAS BRIGADAS

I. Las “Brigadas” conservarán su organización integra e independiente de la “Liga”.

II. Las “Brigadas” prestaran sus servicios exclusivamente a los jefes militares reconocidos por la “Liga”.

III. Estos servicios se traducirán siempre en elementos de guerra, parque, alimentos, vestuario, medicinas, correos, etc.

IV. Las “Brigadas” por ningún concepto entregarán a nadie elementos pecuniarios.

V. Las “Brigadas actuarán en toda la republica:
A) Reclutando al personal necesario en la forma que estimen conveniente.
B) Solicitando todos los auxilios, especialmente, pecuniarios que reclama su institución, sin más requisitos que el previo aviso al Jefe correspondiente de la “Liga”.

LA LIGA DARÁ POR ESCRITO las autorizaciones mencionadas para que las “Brigadas” puedan desarrollar su acción y no sean estorbadas por los diversos agentes y Representantes de la “Liga” que ignora su existencia y el presente convenio.

La “Liga” dará oportuno aviso a las “Brigadas” de los militares a quienes estas pueden ayudar.

CLAUSULA FINAL.- El presente convenio se escribió por duplicado y fue firmado de conformidad por ambas partes, conservando un ejemplar la “Liga” y otras “Brigadas”.

LIGA NACIONAL DEFENSORA DE LA LIBERTAD RELIGIOSA
COMITÉ DIRECTIVO


Don Luis Flores y María Goyas en la vejez

p. Villa (Firmado)
Presidente

Brigadas Femeninas Juana de Arco

León González (Firmado)
Director General

C. Gómez (Firmado)
Jefe General.


NOTAS.

1. Vide Francisco Regis Planchet, La CUESTIÓN RELIGIOSA EN MÉXICO, Guadalajara, 60.Ed. 1957, pág. 22.
2. Herbert Herring, A HIDTORY OF LATIN AMÉRICA, New York, 1969, pág. 354.
3. Víctor Ceja Reyes, LOS CRISTEROS. CRÓNICA DE LOS QUE PERDIERON, México, 1981, hoja 80. Después de la página 30.
4. Antonio Dragón, EL MARTIRIO DEL P. PRO, México, 2ª. Ed. 1972, pág. 183. Ver también para otros casos de valor femenino, Luis Páez Brotchie, JALISCO, HISTORIA MÍNIMA, Guadalajara, H. Ayuntamiento Municipal, 1985.
5. Nemesio Rodríguez Lois, in IGLESIA-MUNDO, No. 430 (10. quincena de 1991).
6. Jean Meyer, LA CRISTIADA, tomo III, pág. 24. Así se expresa Meyer que habiendo oído a grande numero de actores y testigos de los sucesos de aquella época nos da en su obra informaciones muy interesantes, que parcialmente utilizamos en estas páginas sobre la PARTICIPSCIÓN DE LAS MUJERES EN AQUELLA LUCHA. También, Kéraly en LOS CRISTEROS, dedica un capitulo a LA GUERRA DESFEMMES, págs. 105-109.
7. Cara de A. J. Drossaerts, Arzobispado de San Antonio, Texas a John Lenk, 22-VII-1928, ap. Blanco Gil, op. Cit. Pág. 238
8. Kéraly, LOS CRISTEROS, Brouére, 1986, pág. 107.
9. Meyer, op. Cit. Tomo III, págs. 120 a 133.
10. Meyer, Ibidem, pág. 129.
11. L. Rivero del Val, ENTRE LAS PATAS DE LOS CABALLOS, México, JUS, 3ª. Ed. 1961, pág. 229.
12. Vide, Schlarmann, op. cit. pág. 564.
13. Rivero del Val. Idisen, pág. 12.
14. Meyer ibidem, pág. 130.
15. Pablo VI, ENSEÑANZAS AL PUEBLO DE DIOS, 1927, libr. Ed. Vaticana, s/f, pág. 187.
16. transcribimos a continuación algunos párrafos tomados de las pp. 202 a 272, del tomo III de la obra citada LA CRISTIADA.
17. Págs. 251-252.
18. Blanco Gil, op. Cit. Págs. 46-47.
19. L. Rivero del Val, op. Cit. Pág. 209.
20. José D Pérez, LEÓN CRISTERO! Pág.46. En las páginas siguientes relata el autor otros varios episodios dignos de nuestra admiración.
21. La noticia de este martirio la dio el P. Martín Negueruela en LA VERDAD SOBRE MÉXICO, Barcelona, 1928; la transcribió Barquín en EL CLAMOR DE LA SANGRE, págs. 59-60; y el P. Joaquín Cardoso, recabó con diligencia mayores informaciones, que nos dio en su libro EL MARTIROLOGIO CATÓLICO DE NUESTROS DÍAS, México, JUS, 1953; de Cardoso tomó varias págs. L. López Beltrán en LA PERSECUCIÓN RELIGIOSA EN MÉXICO, México, Tradición, 1987. De ellos hemos tomado los relatos que aquí hemos transcrito.
22. Blanco Gil, op. Cit. Págs. 127-128 y 272; Rivero del Val, op. Cit. Págs. 128-130.
23. Ramón Ruiz Rueda, JOSÉ DE LEÓN TORAL, México, Ed. Tradición, 1957, pág. 52.
24. MEMORIAS DE MARÍA TORAL DE LEÓN; MADRE DE JOSÉ LEÓN TORAL, México, Tradición, 1972, págs. 114-127.
25. G. Ma. Havers, TESTIGOS DE CRISTO EN MÉXICO, págs. 187-188; Joaquín Cardoso, LOS MÁRTIRES MEXICANOS, México, Buena Prensa, 1959, págs. 31-32.
26. Kéraly, op. Cit. pág. 106.
27. Blanco Gil, EL CLAMOR DE LA SANGRE, pág 259.
28. Martín Chowel, LUIS NAVARRO ORIGEL, EL PRIMER CRISTERO, ap, Kéraly, pág. 108.
29. L. Navarro Origel, en carta a su esposa, ap. Blanco Gil, op. Cit. Pág. 451.
30. Vide, Meyer, op. Cit. Págs. 451-452.

 

 
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